¿Qué quedará de nuestra civilización a los arqueólogos del mañana?

¿Qué quedará de nuestra civilización a los arqueólogos del mañana?

Por Jan Zalasiewicz y Sarah Gabbott*

Minerales fabricados por el hombre, plástico sintético, bloques de hormigón y folios de papel impreso: eso es lo que, probablemente, hallarán los arqueólogos que investiguen los restos de nuestra época actual

¿Qué quedará el día de mañana de nuestras ciudades, supermercados, centros comerciales (con todo lo que contienen), carreteras, puertos y aeropuertos? ¿Habrá realmente algo que pueda encontrarse y estudiarse, o habrá desaparecido todo?

Como paleontólogos, hemos dedicado nuestra carrera a estudiar los vestigios del pasado: huesos, conchas o caparazones que a veces tienen más de 500 millones de años, y ahora usamos estos conocimientos para saber qué pasará en el futuro con nuestras modernas construcciones de plástico, acero y hormigón. Muchos elementos actuales como bolígrafos, teléfonos móviles o túneles de metro serán, en nuestra opinión, los tecnofósiles de un futuro lejano.

Construido para durar

La fosilización es la conservación de restos de plantas y animales -o del rastro físico que dejaron, como huellas y madrigueras- en los estratos rocosos. Uno de los factores que propician la fosilización es la abundancia: los organismos más comunes suelen estar más presentes en el registro fósil que los organismos escasos.

Al día de hoy, la producción desenfrenada de materiales modernos es un anuncio de su fosilización futura: en los últimos 70 años se han producido más de 10.000 millones de toneladas de plástico y más de medio billón de toneladas de hormigón. Durante ese periodo, el total de productos manufacturados ha superado al conjunto de todos los seres vivos de la Tierra.

Además, esos materiales se han creado con el objetivo de ser sólidos y resistir al viento, la lluvia y la descomposición, y cuando dejan de ser útiles y se descartan, sus propiedades físicas permanecen. A menudo, simplemente se entierran en vertederos. Una vez que comienzan ese viaje en el tiempo, los objetos descartados todavía son capaces de interactuar con el mundo de los vivos y algunos restos pueden ser, por ejemplo, ingeridos por aves o peces y liberar sus toxinas en ellos. Esos efectos sobre el medio ambiente suelen persistir durante muchos años. Incluso cuando se les entierra a gran profundidad, esos desperdicios pueden afectar los mantos freáticos y generar nuevos compuestos minerales.

Microplásticos

Si se utiliza el pasado geológico como guía para orientarse en el futuro, uno de los obstáculos que aparece es la gran cantidad de minerales y materiales nuevos elaborados por el ingenio humano, que consisten básicamente en sustancias que no tienen ningún antecedente geológico y que, en la mayoría de los casos, tampoco tienen ningún antecedente arqueológico. La Tierra cuenta con unos 5.200 minerales naturales, pero el ser humano ha creado más de 300.000 compuestos sintéticos, muy pocos de los cuales se han concebido teniendo en cuenta su longevidad.

El ser humano ha creado más de 300.000 compuestos sintéticos

Los plásticos sintéticos son un material nuevo que empezó a ser abundante, sobre todo, a partir de 1950. Las estimaciones publicadas sobre su tiempo de vida suelen rondar generalmente varios siglos, pero se trata de conjeturas más o menos fundamentadas. Los estudios modernos indican que en la superficie de la Tierra y en contacto con la luz solar y el oxígeno, los plásticos se deterioran lentamente y asumen la forma de microplásticos dispersos. En ausencia de agentes de descomposición, se producen pocos cambios. Las observaciones llevadas a cabo hasta la fecha solo abarcan algunas décadas, y no millones de años, pero es ahí donde la paleontología nos puede iluminar.
Algas microscópicas

En el medio marino prolifera actualmente un alga marina microscópica llamada Tetraedron. Este organismo segrega una lámina exterior resistente compuesta por un biopolímero muy parecido por su composición química al polietileno sintético. En los estratos de esquistos de Messel, en Alemania, cuyo origen se remonta a 48 millones de años, se encuentran fósiles de Tetraedron que han conservado su estructura química similar al plástico. Eso nos lleva a pensar que, una vez enterrados y protegidos del sol y el aire, algunos de nuestros desechos plásticos podrían perdurar durante escalas de tiempo realmente geológicas.

Algunos de nuestros desechos plásticos podrían perdurar durante escalas de tiempo realmente geológicas

Es posible establecer otras comparaciones de este tipo. El cemento sintético que da consistencia al hormigón moderno, por ejemplo, contiene muchos minerales que son escasos en la naturaleza. Con el tiempo es probable que esos materiales se transformen en minerales más comunes, pero la arena y la grava que confieren al hormigón su estructura figuran entre los materiales más resistentes de la naturaleza y son capaces de conservar su forma durante milenios, aún sepultados bajo tierra. El silicio que contienen nuestros chips y transistores es cada vez más raro en la naturaleza, pero puede transformarse en sílice de cuarzo común, a pesar de que la información contenida en su estructura a escala nanométrica probablemente se pierda. Las páginas de papel de nuestros libros, con sus mensajes en tinta, tienen también buenas probabilidades de sobrevivir, ya que están compuestas de materia vegetal que podría fosilizarse en determinadas condiciones.

Un quebradero de cabeza para el futuro

Miles de años después de nuestra civilización actual, podrán hallarse muestras del rico y diversificado testimonio de nuestras infraestructuras modernas en todas partes del mundo, lo que eclipsará los rastros arqueológicos de los ancestros preindustriales que estudiamos hoy en día. Además, los futuros arqueólogos tendrán que explorar el fondo marino, donde habrá vestigios de metrópolis costeras que estarán sumergidas por el ascenso del nivel del mar.

Dentro de decenas o centenares de millones de años, los hipotéticos cronistas del porvenir buscarán nuestros archivos en los estratos, los acantilados y las laderas de las montañas, tal como nosotros hacemos hoy para encontrar restos de dinosaurios. También ellos hallarán complejos yacimientos ricos en tecnofósiles que les sorprenderán y desconcertarán, y que les llevarán a interrogarse sobre las especies que los generaron.

*Jan Zalasiewicz, profesor emérito de paleobiología en la Universidad de Leicester, en Reino Unido. Es coautor, junto a Sarah Gabbott, de Discarded: How Technofossils will be our Ultimate Legacy, 2025 [Descartados: Cómo los tecnofósiles serán nuestro legado definitivo]
Sarah Gabbott, profesora de paleobiología en la Universidad de Leicester, estudia los registros fósiles de la vida pasada.
Los dos son autores sobre el tema de este artículo, Discarded: How Technofossils Will be Our Ultimate Legacy. Artículo publicado en El Correo de la UNESCO.

– Imagen de portada: Detalle de QWERTY, obra de la artista estadounidense Sarah Frost, 2012. © Sarah Frost.

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