El plan «Riviera de Gaza»: Gentrificar el genocidio de Israel

Por Muhammad Shehada*
El denominado plan «Riviera de Gaza» es menos una visión de futuro que un obituario escrito en lenguaje de lujo.
Envuelto en brillantes representaciones y comercializado como un salto hacia el progreso, es en realidad la culminación de años de devastación deliberada: un plan para exterminar a los palestinos de Gaza y rebautizar su ausencia como innovación.
Lo que se presenta como inversión y regeneración es, en realidad, el blanqueo del genocidio en un espectáculo, una historia de portada estética para un proyecto político cuya base son los escombros de Gaza y el silencio de sus habitantes expulsados.
¿Por qué Israel nunca desarrolló un plan de posguerra en Gaza?
El ampliamente condenado plan «Riviera de Gaza» —que pretende convertir un enclave completamente arrasado en una cadena de megaciudades costeras futuristas y de alta tecnología— llega revestido del lenguaje de la inversión y la modernidad.
Pero si miramos más allá de las representaciones y las plataformas para inversores, se pone de manifiesto una verdad más cruda: no se trata de una estrategia diplomática, sino de una estética para la desaparición. Esto deja al descubierto por qué, durante dos años, no ha habido un plan político israelí coherente para Gaza más allá de la destrucción masiva, el exterminio masivo y la hambruna masiva; la desaparición de Gaza ha sido el plan desde el principio.
La coreografía política de las últimas semanas delata las prioridades de este plan. Mientras el presidente estadounidense Donald Trump, su yerno Jared Kushner, Tony Blair y los enviados israelíes se reunían para imaginar el futuro de Gaza sin un solo palestino en la sala, el genocidio continuaba, arrasando lo que pueda quedar de la densidad urbana y el tejido social de la Franja.
La conclusión es que la desaparición no es un obstáculo para el plan, sino una condición previa.
El plan de Netanyahu desde el principio
Los contornos básicos del plan Riviera han salido a la luz en documentos filtrados recientemente que describen propuestas para poner Gaza bajo la tutela de Estados Unidos durante aproximadamente una década, despoblar completamente el enclave de sus habitantes palestinos y comercializar la costa como un centro turístico y tecnológico futurista: «la Riviera de Oriente Medio».
Sin embargo, nada de esto es nuevo. El proyecto original de este prometido centro de ciencia ficción, construido sobre fosas comunes y ciudades arrasadas, fue creado por el propio Benjamin Netanyahu varios meses antes de que Trump fuera elegido.
La «Visión Gaza 2035» del primer ministro israelí, revelada en mayo de 2024, concebía el enclave, asediado desde hace mucho tiempo, como una zona industrial y de libre comercio similar a Dubái, y utilizaba las mismas imágenes generadas por inteligencia artificial que se están utilizando ahora en el plan de la Riviera.
No es casualidad que ambos planes tengan una frase inicial casi idéntica. «De una Gaza demolida a un próspero aliado abrahámico», dice el plan Riviera, mientras que Netanyahu hace hincapié en «reconstruir desde cero».
Se dan por sentadas las mismas dos condiciones previas: que Gaza debe ser completamente arrasada hasta dejarla en ruinas y que debe ser despojada de su población para convertirla en un lienzo en blanco que pueda desarrollarse desde cero.
Este era el plan de Netanyahu desde el principio, cuando el primer día de la guerra ordenó a la población civil de Gaza que «se marchara ahora» antes de que se produjera una destrucción sin precedentes «por todas partes». Netanyahu redobló entonces su apuesta cuando su Ministerio de Inteligencia elaboró un plan detallado para la expulsión masiva y el traslado forzoso de la población de Gaza.
Los israelíes incluso consiguieron que el entonces secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, visitara países árabes como Egipto y Arabia Saudí para promover la idea del «traslado temporal» de la población de Gaza al Sinaí. Esta iniciativa fracasó en aquel momento, e Israel no encontró a nadie que se creyera el futurista plan para Gaza.
Netanyahu siguió esperando el momento oportuno hasta que Trump llegó al poder y rápidamente voló a Washington para convencer al presidente estadounidense de que presentara la idea de la limpieza étnica y la toma de Gaza como si fuera suya.
Desde entonces, Netanyahu se ha referido a la persecución sistemática de Israel de la expulsión masiva en Gaza como «la implementación del plan Trump» para externalizar la culpa de esta política genocida.

La tapadera de Netanyahu y el público al que va dirigida
Los expertos han criticado repetidamente el Plan Riviera de Gaza por considerarlo «una locura», poco realista, poco práctico y plagado de obstáculos legales y morales que convertirían a cualquiera que lo promoviera en cómplice de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.
Por eso, el Boston Consulting Group se apresuró a desautorizar a sus propios consultores principales cuando estos elaboraron un plan detallado para llevar a cabo el traslado masivo de población en Gaza, que incluía escenarios modelizados y hojas de cálculo que valoraban el coste de la limpieza étnica. Cualquiera que colaborara en esta abominación se expondría a demandas y procesos penales durante décadas.
Pero es posible que la fantasía futurista de Trump sobre el Mediterráneo no sea, en realidad, un plan serio. No es más que una historia con un «final feliz» artificial para el genocidio y la limpieza étnica que Israel cuenta a sus cómplices.
La verdadera utilidad de esta extravagante idea para Netanyahu es la gestión narrativa. Mientras el Gobierno de Israel lleva a cabo una campaña que reordena la geografía y la topografía de Gaza y la hace inhabitable —arrasando barrios, expulsando masivamente a cientos de miles de personas a campos de concentración, quemando casas y matando de hambre a niños—, las diapositivas de la Riviera proporcionan una coartada en tiempo futuro.
A la derecha de Netanyahu, susurran el viejo sueño de que los asentamientos exclusivamente judíos regresen a Gaza; a sus aliados en el extranjero, les ofrecen un optimismo en el que invertir. A la base de Trump, le venden la fábula definitiva de MAGA: «Haremos florecer el desierto y será nuestro».
Lo importante es el brillo; el plan que circula por la Casa Blanca se llama incluso oficialmente GREAT (abreviatura de Gaza Reconstitution, Economic Acceleration, and Transformation, es decir, Reconstrucción, Aceleración Económica y Transformación de Gaza). Para la marca política de Trump, la promesa de convertir las ruinas en complejos turísticos es teatro clásico.
Los paisajes urbanos idílicos ayudan a vender al mundo MAGA y a los capitalistas de riesgo una imagen de Gaza como un lienzo en blanco a la espera de un genio externo, mientras que, sobre el terreno, el genocidio prosigue sin pausa y sin restricciones hasta su etapa final.
En ese sentido, la fantasía de la Riviera no es una desviación de las políticas draconianas de asedio y masacres de Israel en Gaza durante las últimas dos décadas, sino más bien su culminación.
Es un juego de palabras para camuflar lo indefendible; la destrucción se convierte en «preparación del terreno», el desplazamiento se convierte en «planificación urbana», la aniquilación se convierte en un trampolín hacia beneficios y oportunidades comerciales sin explotar.
Eso es lo que hace que las representaciones de la Riviera de Gaza sean una poderosa herramienta de propaganda, debido a cómo invierten la realidad. Proponen playas sin gente, torres sin inquilinos, puertos sin política. Hacen que la ausencia de palestinos parezca un progreso.

Israel promete Gaza a los colonos, no a inversores futuristas
Es ilógico que Israel haga todo lo posible por llevar a cabo un genocidio en Gaza, gaste casi 90.000 millones de dólares en esta guerra, pierda más de 900 soldados, se convierta en un Estado paria, para luego entregar Gaza en bandeja de plata al Gobierno estadounidense y a los magnates tecnológicos e inmobiliarios estadounidenses.
Yehuda Shaul, cofundador de Breaking the Silence, declaró a The New Arab que cree que el plan de la Riviera de Gaza «no está relacionado con el principal objetivo del movimiento de colonos israelíes», que es impulsar el retorno a Gaza.
«El plan original de las organizaciones de colonos, que también se ajusta a la geografía básica de Gaza, es regresar a lo que antes se llamaba ‘el norte pálido’, que eran los tres asentamientos del norte de Gaza: Elei Sinai, Nisanit y Dugit», añadió Yehuda.
«Esos son los asentamientos que antes se encontraban al norte de Beit Lahia. Esto es lo que los colonos tienen en mente».
Shaul explicó que comentaristas israelíes de derechas como Amit Segal han estado promoviendo esto en los principales medios de comunicación. «Se está vendiendo como una ‘simple’ ampliación de los parámetros de Israel en lugar de una anexión de partes significativas de la Franja de Gaza».
La promesa de torres y puertos deportivos en una costa despoblada no es un plan para la paz, sino un teatro de despojo, una historia escrita para inversores extranjeros, mítines de MAGA y fantasías de colonos por igual.
La «Riviera de Gaza» no apunta a un mañana de coexistencia o prosperidad, sino que apunta hacia atrás, a la lógica colonial más antigua de convertir las vidas en obstáculos y el exterminio en oportunidades.
* Muhammad Shehada es un escritor y analista palestino de Gaza y director de Asuntos de la UE en Euro-Med Human Rights Monitor. X: @muhammadshehad2
– Nota original: The ‘Gaza Riviera’ plan: Gentrifying Israel’s genocide.
– Traducido por Sinfo Fernández para ‘Voces del Mundo’
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