El nuevo arancel del 100% de Trump contra China: una amenaza que revela desesperación

El nuevo arancel del 100% de Trump contra China: una amenaza que revela desesperación

Por Pedro Barragán*

El 10 de octubre de 2025, Donald Trump ha vuelto a jugar la carta del conflicto, amenazando a China con un arancel del 100 % adicional a todos sus productos

. Esta amenaza, lanzada con el pretexto de proteger la seguridad nacional, no es más que una maniobra populista, desesperada, que busca desviar la atención de los propios fracasos de Estados Unidos en su intento de bloquear a China y paralizar su pujante economía.

China no ha tardado en responder. De forma firme y directa, ha dejado claro que no aceptará intimidaciones. No quiere una guerra comercial, pero tampoco dudará en defender con toda su fuerza sus derechos legítimos si Washington insiste en caminar por la senda del enfrentamiento. Las amenazas no funcionan con China, y Trump lo sabe. Pero insiste, atrapado en una mentalidad de suma cero que ya ha fracasado.


Estados Unidos como principal desestabilizador

Washington ha usado durante años la excusa de la seguridad nacional para aplicar restricciones arbitrarias, violar normas internacionales y sabotear el comercio global. Esta vez, ha justificado su amenaza arancelaria con la regulación china sobre la exportación de tierras raras, ignorando deliberadamente que estas medidas se ajustan a la legislación internacional y han sido comunicadas de forma transparente a través de canales diplomáticos. China no ha ocultado nada y ha actuado con responsabilidad.

Lo que le molesta a Trump no es el contenido de las regulaciones, sino el hecho de que China tenga el control de sus propios recursos estratégicos. Estados Unidos no soporta que otro país tome decisiones soberanas, no soporta la idea de un mundo multipolar donde ya no puede imponer su voluntad a base de sanciones.

La hipocresía de Washington no tiene límites

Mientras acusa a China de proteccionismo, Estados Unidos aplica controles a la exportación de chips, bloquea software, ataca empresas chinas con sanciones sin pruebas y extiende su jurisdicción a empresas de terceros países. Este doble rasero ya no engaña a nadie. El mundo ve claramente quién está destruyendo el orden comercial global, que no es China sino Estados Unidos.

Durante las últimas semanas, tras la reunión celebrada en Madrid, EEUU ha lanzado al menos tres nuevas medidas punitivas contra China en tiempo récord. ¿Es esta la actitud de una nación que dice buscar el diálogo? ¿Es así cómo se construye la confianza? Claramente no. Lo que Trump ofrece no es diálogo, sino chantaje disfrazado.

La guerra comercial no asusta a China

Pekín ha dejado claro que no quiere confrontación. Pero si se ve obligada a actuar, lo hará con determinación. A diferencia de Washington, que improvisa medidas sin estrategia, China se mueve con una serenidad estratégica que desconcierta a sus adversarios. No reacciona con histeria. Calcula, espera y responde con precisión. Es por eso que analistas como Liza Tobin reconocen que mientras EE. UU. juega al ajedrez en dos dimensiones, China lo hace en cuatro, tal y como recoge hoy el diario Global Times. La diferencia es abismal.

Trump cree que los aranceles pueden presionar a China. Pero olvida que el mundo ha cambiado. Las cadenas de suministro ya no están exclusivamente bajo el control estadounidense. China ha diversificado mercados, tecnologías y alianzas. Los aranceles afectarán también a empresas y consumidores estadounidenses. Subirán los precios, escasearán productos y se ralentizará la producción. En otras palabras, EEUU se está disparando en el pie.

No es consciente de que las exportaciones chinas no paran de subir a pesar de la guerra arancelaria (o, quizás, sí lo es y esa consciencia es el origen de su actuación). Hemos conocido esta semana que en los tres primeros trimestres de este año las exportaciones chinas han crecido más de un 7 % y la semana próxima la economía mostrará un crecimiento del PIB superior al 5 %.

Un ataque también contra el orden internacional

Las amenazas de Trump no solo van dirigidas a China. También atacan las reglas del comercio global, desacreditan los consensos multilaterales y minan la credibilidad de instituciones como la OMC. Estados Unidos actúa como una superpotencia en declive que ya no sabe cómo mantener su posición sin recurrir a la fuerza o al sabotaje económico.

En contraste, China ha demostrado coherencia, responsabilidad y respeto por el derecho internacional. Sus medidas de control de exportaciones están dirigidas a prevenir conflictos, evitar la proliferación de armas y proteger la seguridad nacional de forma legítima. El mundo lo entiende y es solo Washington quien se niega a aceptarlo.

China responde con dignidad, no con sumisión

China ha dejado claro que no va a aceptar ninguna forma de coerción. No se someterá a presiones y no negociará sus intereses fundamentales. Su posición es firme: está dispuesta al diálogo sobre bases de igualdad, pero no cederá ante amenazas. Esa claridad es lo que le da fuerza en el escenario internacional. No necesita estridencias y se centra en actuar con coherencia, estrategia y legitimidad.

Mientras Estados Unidos se hunde en su propio discurso contradictorio, China sigue apostando por el respeto mutuo, la cooperación y la estabilidad. Esa es la gran diferencia entre una potencia en decadencia y una nación en ascenso.

Los tiempos han cambiado y Trump aún no lo entiende

La nueva amenaza arancelaria no solo revela la política exterior caótica de Trump, sino también su desconexión total con la nueva realidad global. Ya no estamos en 1990. China no es una economía dependiente ni una potencia secundaria. Trump puede seguir lanzando amenazas. Puede seguir jugando a ser el «duro» de la película. Pero el mundo ha cambiado y quien no lo entienda se quedará atrás.

China no va a caer en provocaciones. Pero tampoco va a retroceder ni un milímetro en la defensa de sus intereses. Si Washington quiere cooperación, encontrará disposición. Si insiste en la confrontación, encontrará resistencia.

Es muy probable, ¡ojalá!, que esta nueva amenaza de Trump acabe en “aguas de borraja”.

* Pedro Barragán es economista. Asesor de la  Fundación Cátedra China, temática que deja reflejada en su blog personal. Es editor de la web Archivo de la Transición. Acaba de publicar el ensayo: «Por qué China está ganando».
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